
Hay que aceptar lo que no podemos controlar (y por lo tanto ni cambiar)
Aunque muchos sueñen con hacerlo, NO podemos controlar los demás:
sus sentimientos, pensamientos, sus acciones y las consecuencias de sus errores.
Hay quien piensa de poder hacerlo y sentirse poderosos «manipulándo», aplicando técnicas «obscuras» de psicología y otros «trucos» de persuasión o incluso hipnosis.
Pero eso, además de ser inmoral y dañino, resulta ser sin ningún beneficio para nadie (puede a lo mejor funcionar con personas débiles, perjudicándolas y haciéndolas aún más débiles).
En serio te apetecería robar las golosinas a los niños y encima golpearlos?
Lo que si, podríamos hacer, es «dar nuestro ejemplo».
Dar el ejemplo significa comunicar claramente y enseñar a los demás nuestros pensamientos, ideas y valores – con la esperanza que puedan apreciarlos y a lo mejor encajar con nosotros o seguirlos.
Pero en ese caso no deberíamos hacerlo con el intento de «convencer» sino de mostrar, enseñarnos sinceramente y en la manera comunicativa más eficiente (aquí si pudiendo utilizar herramientas como la PNL o la persuasión).
Con lo cual, lo único que podemos controlar reside dentro de nosotros: podemos controlar nuestras palabras, ideas, formas de actuar, respuestas, errores.
En eso hay que centrarse para mejorarse.
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